En la
manzana en que se encontraban las calles: Lastra, Quintana, Barros Borgoño y Escanilla se encontraba la plaza Matías Ovalle más
conocida por la “plaza de los moteros“, llamada así porque seguramente llegarían
a ese lugar, vendedores de esa refrescante comida , que mezclada con huesillos
hace las delicias de mucha gente, especialmente en los calurosos días del
Verano.
En la tarde y buena parte de la noche , en esta plaza congregaba
a paseantes de ambos sexos , no faltaba el que llevaba alguna guitarra para
entonar melodías en boga especialmente picarescas y en que se destacaba: Jaña,
cortejador de damas, también concurrían
“ los mulas” muchachotes que tenían un apellido retumbante: “Montt”, pero que se parecían en su aspecto a ese
animal anteriormente mencionado, a uno
de ellos se le llamaba “el piojo” que se reunía con un estudiante de contabilidad
cuyo sobrenombre era “ el chinche”, también
se paseaban dos hermanos con el mote de “ el cuchara”. Y los hermanos
Carrera en que uno de ellos era un exitoso traductor del
idioma inglés en el hotel “Crillón” y
tenía una hermana muy agraciada físicamente, y que
pasó a ser del personal que atendía el café “Sao Paulo”, seguramente por su
figura y simpatía.
La plaza
originaba mucha actividad, como carnavales, con elección de reinas y bailes que
se desarrollaban durante la noche, con pitos y serpentinas. En una oportunidad
acompañado por Julio Leseignere, “el chinche“, “el piojo” y otros más me
llevaron engañado a casas de putas de
tercera categoría, que se encontraban en un sector pasado el puente Manuel
Rodríguez entre las calles del mismo
nombre y Balmaceda, al darme cuenta de
lo que pretendían, que tuviera relaciones con esas damas, logré desprenderme con dificultad de los
brazos que me aprisionaban y regresarme a mi casa, libre de cualquier contagio
sifilítico que posiblemente hubiera contraído ya que estas enfermedades estaban muy en boga en esa época
en que habían dolorosos tratamientos para tratarlas y en que la mayoría de
ellos fracasaban con resultado de muerte
o condiciones de vida miserables .
En esa plaza
me reunía con René Ramírez “el
Nene” (el que falleció
repentinamente de tisis) y Carlos De Rokha, con quienes departíamos para conversar especialmente sobre literatura las últimas
publicaciones y novedades relativas a lo mismo, en una oportunidad mi amigo Carlos nos mostró una obra pictórica
que había realizado y que la tituló “ Testículos al viento” imagínense de que
trataba, lo curioso que él tenía un especie de infantilismo, porque de
preferencia le gustaba las muchachitas lo que hoy sería catalogado de pedofilia
.
Para mí fue
una terrible sorpresa que este gran
amigo y compañero de tantas tertulias y aventuras se suicidara y luego después
su padre: el poeta Pablo De Rokha
La
plaza de los moteros tubo una estatua que representaba, no un motero pero sí un
indio Araucano, jugando a la chueca el que de repente desapareció, ignoro si le pareció escandaloso por estar desnudo a una dama demasiado pulcra o bien algún
degenerado o simplemente un ladrón, habría que preguntarle a la bella
escultura, que es la única que sabe sobre el particular y por supuesto el que la sustrajo del centro
de la plaza.
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