EL CANELO.


Viajando por el tren que inicia su recorrido en la estación “Pirque” después de pasar por varias estaciones llegamos a la que nos interesaba:  “El Canelo” por la cantidad de personas que fueron a este paseo por el día, constituyó una verdadera caravana de profesores y alumnos del Liceo nocturno “Domingo Faustino Sarmiento“, hermoso lugar dotado por la naturaleza, pródiga en frondosos árboles, variadas y aromáticas flores que atraían  a bellas  mariposas, que volaban luciendo sus policromas alas al viento.

Grande fue nuestra sorpresa al descubrir  la caída de una límpida y cristalina agua, lo que nos daba la oportunidad  para bañarnos, aunque  estábamos desprovistos de entre piernas de baño.

Mi compañero Mario Carreño, que habría de ser un futuro profesional de la fotografía, ni corto, ni perezoso y sin saberlo nosotros y tal vez para practicar nos captó fotográficamente  cuando  estábamos disfrutando del agua y nos sorprendió totalmente “piluchos”, claro que cuidamos de estar solamente hombres para podernos desnudar en la confianza de no ser vistos por mujer alguna.

Días después nos entregó personalmente a cada uno de nosotros las fotografías que él había enfocado en su  máquina profesional., desgraciadamente no las tengo en mi poder, porque mi madre las descubrió y en un rapto de pudor las hizo pedazos arrojándolas a la basura, porque según ella; que era una observante católica, eran sumamente escandalosas, creo que actualmente  y con los cambios de la mentalidad, serían un pálido reflejo de desnudez.

Mi compañero César Farías aprovecho ese paseo en andar montado en caballo, luciendo sus habilidades  de excelente jinete haciendo proezas en carreras y trotes, que seguramente las tenía en su vida campestre que debe haber llevado anteriormente y como era costumbre, siempre andaban juntos los compañeros: Tapia y Calderón que vivían en el mismo barrio Recoleta y solían jugar al  “billar  chino“.

Después de tantos años pasados he encontrado casualmente a mi ex compañero Julio Calderón a quien también lo había reconocido en  “las comparsas” de las Operas del Teatro Municipal o cuando tenía que hacer colas para sufragar en las distintas elecciones políticas realizadas en Santiago y cuando tuve que ir al concierto sinfónico que se ofreció en  el centro cultural de la estación Mapocho, este amigo no ha cambiado mucho y sólo se parece a Don Quijote de la Mancha aunque según una persona del público  le encontró parecido  al escritor y filósofo alemán Hesse.

Persiguiéndonos las coincidencias, él tiene la misma “vena” de escritor mientras  sus temas son  de misterios y crímenes yo, escribí varios cuentos cuando estuve en Venezuela y actualmente crónicas: “Odiseas de un patiperro”.



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