ERMITAÑO LUZBEL


Según la historia cristiana, Luzbel es el ángel que se rebeló contra Dios y pasó a ser por lo tanto el diablo o personaje satánico y el ermitaño del cerro San Cristóbal que se llamaba Luzbel Pedreros Zapata decía serlo pero regenerado y al servicio de la humanidad, era de mediana estatura y su mesiánico aspecto facial, su lengua barba su larga cabellera y su enflaquecida y pálida faz, como su largo hábito le daban un aspecto de extrema religiosidad aunque teóricamente  muy polémico en sus planteamientos.


Vivía en un lugar tal vez el más hermoso rincón de ese cerro  en una casa ornada de conchas de mariscos chilenos y unas atrabiliarias bancas para sentarse con visitantes de índole diferentes en salpicadas conversaciones que en algunos momentos pasaban a ser entrevistas, porque este extraño personaje atraía la atención de la prensa nacional, por su postulación a la elección presidencial del año 1.938 en que los candidatos: Pedro Aguirre Cerda por la izquierda y Gustavo Ross por la derecha eran  los tradicionales oponentes.

Según las entrevistas que hacían los periodistas al ermitaño éste terciaría una banda presidencial simbólica cuyos colores serían: verde esperanza, rojo apasionado, blanco, la pureza personificada y su lema era: paz y concordia con el pueblo, entre sus cosas tenía una alcancía en que voluntariamente cada cual podía dejar dinero si quería, su alimentación corría por el Zoológico, que le daba trozos de carne, probablemente despreciada por las bestias de ese establecimiento, con ellas hacía cocimientos para engullirlos opíparamente.

Recuerdo  haber leído en la prensa de esa época y en sus fotografías y entrevistas que maliciosamente  los periodistas lo tildaban de tener un prostíbulo público que servía para que  las parejas que iban a ese sitio tuvieran sus amores sexuales y con seguridad que  si actualmente hubiera vigencia se diría que además era traficante de drogas y así tener argumentos sensacionalistas para su  Página Roja en que pésimos periodistas enlodan a diestras y siniestras el honor de muchos personajes de nuestra vida pública.

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