INCENDIO

INCENDIO

Curiosamente los incendios están a la orden del día en Valparaíso y Viña del Mar, esa zona de vientos tormentosos y pirománticos hacen posible que las casas pasen a ser enormes lenguas de fuego, así ocurrió con la propiedad que tenían mis padres ubicada en el cerro “Del Castillo”, ocupada por enormes casas de los residentes extranjeros, ejecutivos de bancos y empresas comerciales , una de ellas es la casa de la familia “Ross”, y una mansión en la que se encuentra en la actualidad el palacio “Presidencial” .

Según cuentan, mi familia tenía una enorme casa en pleno Cerro Castillo con una gran extensión de terreno, en el en pesebreras ubicadas a distancia de la casa, tenían vacas, ovejas y cabras, con la leche de estas últimas me criaron en mis primeros años de mi vida, ya que por se el conchito a la edad de mi madre no pudo amamantarme, pero esto se suplía con el bendito elemento aportado por estos ejemplares caprinos, dicen por ahí, que el que se alimenta de leche de cabra no sabe jamás de dolores de huesos y así es que debe ser, porque a mis 81 años que tengo, al menos en el estado de mis huesos nada ha pasado al respecto.

Según decían en las historias de mi familia en las largas tertulias en las que a una edad mayor edad escuchaba, que luego de declarado el incendio de nuestra casa, me buscaron por largo y angustioso tiempo por todos lados, pasado un rato en que casi toda la construcción se encontraba en llamas, luego de infructuosos momentos, en medio de la histeria del resto, vinieron a encontrarme debajo de la cama, ya que a los cuatro años de edad que tenía, la única reacción que tuve fue esconderme en ese lugar sin entender el enorme peligro.

Felizmente me encontraron a tiempo y pese a la perdida material total no se tubo que lamentar ninguna desgracia personal..

De esta casa y de aquel acontecimiento no me acuerdo nada y sólo sé de nuestra vida en ella por los relatos y comentarios de mi madre, que recordaba este período, como uno de los mejores de su vida, ya que en esa época mi padre tenía un muy buen puesto, en una de las grandes empresas Inglesas que existían en la zona, la “Maestranza y Galvanización Lever Murphil” que en esa fecha tenía su casa matriz en Viña del Mar.

Comúnmente mi padre ordenaba, que surcaran las aguas de La Caleta Abarca una nave con obreros de la fábrica, y que volvieran con pescados para que fueran repartidos entre los trabajadores de esa Compañía, el incendio marcará la ruptura de todo esto perdiéndose de mi memoria las experiencias de Viña.

Es así que a los cuatro años me trajeron a Santiago, en donde mi padre permanecía en su trabajo, que lo mantenía alejado del resto de la familia, viajando los fines de semana para reencontrarse con nosotros, de allí para adelante las vacaciones las pasaba en el puerto de Valparaíso, en casa de compañeros de trabajo de mi padre, un Alemán Hans Dorrer y en otras ocasiones con una dama Británica, Mis Sinclair , viuda de Santiago Sinclair, Ingeniero, con el que mi padre mantenía una gran amistad, y cuyo nieto resultaría bastante conocido en la dictadura militar.

Mi padre estaba orgulloso de ser el único Chileno, que tenía una jefatura, ya todos los altos cargos que había en esa Industria eran ocupados por europeos, e indicaba en una foto que “ese negrito que estaba allí ¡ese soy yo ”, claro que el color que en ese momento tenía en el rostro, era por el ardiente sol de la zona, ya que su cuerpo era blanquísimo.

Cuando estaba mi padre en casa, esta se llenaba con su voz, que era estentórea, costumbre que provenía de su trabajo, ya que debido al retumbar de las máquinas, los hornos y la febril actividad , tenía que dictar sus órdenes a grito pelado, al personal que estaba trabajando.

Eso motivaba que él, sin quererlo, ya en la casa, hablaba a veces a gritos y en ingles, lo que prohibió mi madre, aduciendo que los vecinos podían creer que “los estaban pelando”, así que si quería gritar, que lo hiciera en castellano, para que todos lo entendieran, con el tiempo sus hijos lamentaríamos esta conducta de “buena cultura y de educación” ya que perdimos la oportunidad de vivir en un ambiente Bilingüe, que nos habría permitido a corta edad un fácil aprendizaje del Ingles.

Mi padre era ingeniero mecánico y había estado becado por 3 años en Londres (Inglaterra) por lo que hablaba perfectamente el idioma ingles, se entendía muy bien con mi madre, quien había estudiado en un colegio ingles y su Padre era un Norteamericano de ascendencia Alemana que se avecindó en Valparaíso en uno de sus viajes.

El título de Ingeniero lo obtuvo mi papá, estudiando en la Escuela de Artes y Oficios de Quinta Normal, esto sumado al conocimiento del idioma y sus relaciones con Ingleses, le permitió ser Administrador de esa Usina, esta labor la realizó en forma interrumpida por dos décadas, hasta que sin mucho aviso, se encontró bruscamente despedido de su cargo, esto se produjo cuando se cerro la totalidad de la empresa, afectada por una de las crisis económicas más grande por las que ha pasado nuestro país.

Pese a haber entregado sus mejores años de trabajo profesional a la empresa que lo desahució, no recibió ningún tipo de indemnización, no tenía nada de raro todo esto, ya que en esa época, no existían leyes sociales que ampararan a los trabajadores, será pocos años después en los breves gobiernos de Dávila y Marmaduque Grove, en las que se establecerán las primeras leyes sociales y otras medidas tales como la devolución de las maquinas de coser que estaban en las casas de empeño “crédito popular “ o “ tía rica".

La familia completa se tuvo que trasladar a Santiago, en la zona Norte al otro lado del río Mapocho, en Escanilla 350, un sector conocido como el barrio Independencia, entre casas de un piso que daban directamente a la calle pegadas unas a otras, en un proceso de deterioro, rodeadas de conventillos, y con un comercio dominado por familias de ascendencia árabe.

Gobernaba en esa época Ibáñez del Campo como Dictador, y ya se manifestaba en Chile la profunda crisis económica mundial con la corridas bancarias, suicidios de empresarios e inversionistas y la liquidación del negocio del Salitre, con enormes masas de desempleados que finalmente llegaban a Santiago.

La crisis campeaba en los barrios populares de Santiago, y se manifestó poco después de nuestra llegada, con una plaga de Tifus, provocada por la abundancia de piojos y otros bichos, y que afectaba a grandes y chicos, como sería esta situación que al igual que en el resto de la Ciudad, en nuestro barrio, se realizó una operación de saneamiento, con policías y médicos que entraban a todas las casas, en este violento allanamiento se hacía oídos sordos a la lamentadera de la gente que perdía sus enseres, ya que los funcionarios salían retirando ropas, para ser quemadas en hogueras en la calle, se juntaba a la gente, rapando cabezas, retirando piojos y liendres de ellas y desinfectando las casas.

Tenía yo ocho años cuando la familia me encargó acompañar a la empleada doméstica que teníamos a un local de sanidad, ubicado en Avenida Santa María, para que la raparan y despiojaran cosa a la que se resistía llorando todo el viaje de ida y vuelta, no recuerdo si fui felicitado por esta valerosa labor y que ningún adulto quiso tomar, ni siquiera mi abuelo paterno, que en esa época vivía con nosotros y que de vez en cuando recibía de esta dama servicios completos.

Las consecuencias de estas plagas fueron terribles y fueron muchos los médicos que fallecieron en medio de estas labores, por mi poca edad no percibí demasiado las duras condiciones en que vivíamos, pese a que nuestra casa estaba rodeada de conventillos en que las condiciones de vida eran miserables.

Tanto por la edad que ya tenía como por la falta generalizada de trabajo, mi padre jamás pudo encontrar un trabajo mejor pagado que el que llegó a tener con los Ingleses en Viña del Mar, por lo que cautelando su “orgullo propio “ se dedicó a las “comisiones técnicas“ que consistía en la venta de máquinas industriales aprovechando su conocimiento profesional.

Antes de que todo esto ocurriera mis hermanos mayores estudiaban carreras universitarias, Raúl, el mayor, Odontología y María la segunda hermana, seguía la carrera de Medicina y vivían en “pensionados universitarios”, que con los recursos del anterior trabajo se solventaban adecuadamente, esto duró hasta que nos trasladáramos todos a Santiago a un barrio popular, por lo que volvimos a reunirnos los siete hermanos bajo el alero familiar y como el resto del país empezamos a sufrir pellejerías. Recuerdo que en una de estas circunstancias en que prácticamente no teníamos que comer, nuestro salvador fue uno de los gatos que teníamos en la casa, el que se transformaba en proveedor, ya que solía llegar cargando pescados completos, que con un buen aseo, permitía solucionar en buena parte los problemas de esos momentos, mi sabia madre nunca se preocupaba mucho y repetía que “Dios proveerá”, cosa que ocurría por intermedio de este inteligente “minino “.

El papel de estos gatos en estos tiempos era múltiple, nos proporcionaban calor en los helados días del crudo invierno, acompañándonos en toda la vida social, algunos de ellos permanecen retratados en fotografías que nos sacábamos en cumpleaños u otros acontecimientos .

Los estudios de medicina de mi hermana María en medio de la crisis la llevo a tomar una posición política radicalizada, haciéndose miembro del grupo “avance”, estudiantes antisistema que incluso portaban armas, mi padre era un Radical más bien de Derecha y mi hermana debía realizar sus actividades a su espalda, con la complicidad de sus hermanos menores para los cuales ella era casi un héroe.

A los ocho años en 1930 recuerdo como por la calle Escanilla se abalanzaba un tropel de carabineros montados en caballos portando enormes lanzas, y que volvían a la décima comisaría, luego de haber lanceado a un ciego que transitaba por la acera, según contaban otras vecinos que lo habían visto, la molestia de la población por casos como éste condujo al triunfo de la revolución que depuso al Dictador Ibáñez.

En los días posteriores, los policías se fondearon, debiendo los civiles organizados especialmente los estudiante universitarios, reemplazarlos en las labores de orden público, allí estuvo mi hermana, dirigiendo el transito en una de las vías más congestionadas de Santiago, muchos años después en los años sesenta vi un documental transmitido por televisión llamado “ Recordando “ reconocí en el acto a mi hermana, la que se encontraba sobre una tarima en medio de tranvías, carretas y carretones dirigiendo el tránsito como un director de orquesta.


                                                                           (Padres)
                                                                       

                  (Madre Amelia Arnold y hermanas, de izquierda a derecha Isabel, Adriana, María y Ana.)

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