Después de
haber estado en Ovalle, Salamanca, Punitaqui, Los Mantos y Coquimbo la compañía
mágica “Ching-Fu“ resolvió realizar la gira por el Valle de Elqui que venía
siendo como una ”luna de miel", del matrimonio: Arturo Bourasseau – Anita Alvarez o con sus nombres característicos de
Ching Fu y Ling Sin.
Cuentan que
mis padres en vísperas de la Boda de su
hija menor, mirando fotos y haciendo recuerdos de su juventud se entusiasmaron
más allá de lo conveniente, esa noche le dio un ataque de hemiplejia, que
aparentemente no tenía vuelta , esto llevó a una decisión familiar de acelerar
el matrimonio contra la opinión de la mayoría que estimaba esto como de mal
gusto.
Finalmente
la boda se realizó a pasos de donde se encontraba mi padre, como una manera de
hacerlo partícipe de la entrega de su última hija, el falleció quince minutos
después de concretarse el enlace, tanto este hecho como la actividad amorosa
previa sirvieron de consuelo a mi Madre, que consideraba que había muerto con las botas puestas y plenamente feliz .
La fiesta
que estaba organizada con gran boato e invitados se tornó de una celebración a
un funeral , y los invitados se percataban de esto solo luego de entrar con
ropajes y regalos que quedaban fuera de foco, yo me encontraba en Peumo en casa
de mi hermano Raúl probándome los últimos toques de un traje que Raúl había
financiado como regalo para mi Padre y yo, nos llamaron sorpresivamente, pidiéndonos que apuráramos nuestro regreso, al llegar nos tenían la ingrata noticia que había fallecido,. dejándonos
huérfanos y alcanzando a ser a Arturo un brevísimo yerno.
Probablemente
por ser el Hijo menor que quedaba más desvalido con la perdida de mi padre, es
que Mi hermana Anita y mi cuñado Arturo decidieron incorporarme a la compañía
de magia que tenían y en la cual también participaba mi hermana Alicia.
De esta
manera tuve que tomar una opción que significó
dejar de pertenecer a la academia de teatro clásico de Margarita Xirgú a
la que asistía en Santiago, debí hacer presurosamente mis maletas y dirigirme a
Coquimbo para incorporarme a esa
Compañía, fue así en esas circunstancias, que iniciamos la gira por el valle
de Elqui.
En términos
generales mi visión de ese valle es sumamente óptimo su belleza arrobante y
para mi que por primera vez llegaba a un lugar distante era un paliativo al
dolor de la pérdida de mi padre y al mismo tiempo una favorable “terapia“ por
la distracción de ver pueblos ignorados por mi
y en lo relacionado a mi crónica asma, que siendo bronquial, es “somática” y que la mejor manera de atenuarla es con un cambio climático y ofreciéndome distracciones, que me hagan
olvidar el mal que padezco desde que nací y la naturaleza y las variadas
frutas “confitadas” contribuían a que ello ocurriera en ese hermoso lugar.
A pesar de
que tenía solamente 22 años por mi aspecto flaco y serio, representaba tener a lo menos treinta y cinco, lo cual me
abrumaba bastante, especialmente eso se notaba en el rostro medio cadavérico
que tenía, sin embargo sentimentalmente
en esa zona, casi me hace renunciar a mi condición de solamente tener
relaciones sexuales con prostitutas, porque allí alterné con un matrimonio joven en donde “su cara mitad”
escandalosamente se me insinuó delante
del mismo marido y a pesar de ser una bella dama, tuve que rechazarla, no sé si
el consumo de paltas, origine la parte afrodisíaca que se produce en esos
pueblos .
Mi cuñado, o
mago “Ching-fu” en las relaciones particulares, muchas veces le solicitaban
hacer alguna prueba de “ilusionismo” a lo cual accedía y
generalmente ocupaba un pañuelo, haciendo un nudo entre una punta y otro de él
asegurando su firmeza, con una sola
mano y con rapidez extraordinaria
deshacía el nudo también realizaba pruebas de “escapismo” en que el pañuelo cumplía su rol protagónico y en que el “partenair“
ayudaba, ese truco consistía en que se anudaba ambas muñecas y el ayudante
pasaba una cuerda de unos dos metros por el entre medio del pañuelo tirando la
cuerda entre cada una de sus manos, logrando el escape del mago.
También
quedaron huellas de nuestro paso por ese valle en los cielos del techo de
varias de sus casas, eran pruebas que se realizaban arrojando una moneda al
aire que contenía una estampilla y quedaba pegada al cielo de esa morada.
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