La compañía
mágica “Ching Fu” tuvo que emprender su gira en un bus estando en el pueblo Huara y recorriendo el
desierto de Tarapacá, para dirigirse a Arica, en el trayecto el conductor del
vehículo se quedó dormido y debido a eso, se desvió de su ruta, perdiendo la
huella y siendo una oscura noche en que nadie nos podría auxiliar, porque por
allí no pasaba nadie así que andaba sin ton ni son, para colmo de todo, la
máquina se puso “en pana “.
Mi cuñado
como buen mago que era, ofreció una solución mágica a ese problema,
pidiendo que los
reflectores del vehículo los proyectaran a un espejito de bolsillo que
él portaba y a su vez arrojar esa luz e
iluminar al mecánico que se hallaba debajo del bus, de modo que pudo realizar
su trabajo y partir en medio de la oscuridad.
Afortunadamente se encontró la huella por donde viajábamos, llegando a
las cuatro horas a Investigaciones de Arica, meta final de nuestro viaje.
Arica
nortina ciudad, que luce su morro en que se arrojó, Bolognesi a tierra, en la guerra del pacífico y donde
hay una eterna primavera, con su playa “Lisera“ y guaneras, que son
verdaderas islas en que viven pelícanos y gaviotas en gran armonía, constituyendo ese abono una riqueza para la agricultura del país y muy envidiada por los peruanos.
Tal como
dije: al llegar a Arica, tuvimos que pasar
nuestra cédula de identidad
previamente al gabinete de Investigaciones de esa ciudad quienes
controlaban la llegada de pasajeros y a donde se hospedarían, por lo que habían
funcionarios que hacían esa noche su turno, fue así como con gran sorpresa para mí me fue a visitar al hotel en que me alojaba
mi ex compañero del Liceo nocturno: Carlos Klein, quien trabajaba como agente
de investigaciones (detective) y que
justamente me había atendido esa noche .
Como
estábamos cercanos al 8 de Marzo en que se celebran los Juanes me invitó a una
fiesta que hacía el Servicio de Investigaciones de Arica en que se conmemoraba
al presidente de la república Dn. Juan Antonio Rios y los demás cumpleañeros de
esa Entidad, por primera vez en mi vida me tocó presenciar el “ transformismo”,
como hombres disfrazados de mujeres bailaban emparejados amorosamente y hasta
con besos, también ignoraba lo que llaman “ bautizar” y que consistía en
bañarlo con vino a uno, lo que tuve que soportar, sin poderme quejar, ¡quizá el terno nuevo que estrené ese día debe
haberlo hecho!.
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